miércoles, 29 de noviembre de 2017

Maratón de Montaña de la Marina Alta: doce años después...

"Cariño, me voy a por tabaco"...y volvimos doce años después. Nada, que no encontraba las llaves.

Gata de Gorgos. 3 de abril de 2005. Hacía sol. O por lo menos no era un día de perros. Pequeños recuerdos. Una cuesta de la muerte que se veía desde la autopista. Una interesante potada negra -ea, nadie dijo que todo fuera a ser bonito-. Un muchacho de aire jovial que te adelantaba con unas zapatillas de asfalto. La libretita en la que apunto las carreras indica que tardé poco más de cinco horas. Yo tampoco me lo creo. A lo mejor hice la mitad, no sé...

Gata de Gorgos. 27 de noviembre de 2017. Doce años después, las cosas apenas han cambiado. El Barça sigue siendo el mejor. Gata sigue siendo atravesada por una maldita nacional. Y no es que haga sol, es que no llueve desde aquella vez que llovió. Igual fue 2005 también. Ah, el muchacho de las zapatillas de asfalto ahora tiene unas de monte pero sigue corriendo como un tiro. Que si por debajo de las tres horas en Valencia. Que si en la víspera se hace un diezmil por debajo de 40. Que se queja un poco de piernas cargadas...nenaza. Incombustible Javi Muñoz.

Y en primera línea salió. Y en meta le vi. ¿Yo? hecho polvo. ¿Él? Pues como si no hubiera corrido. Y así podemos estar otros doce años más. O veinticuatro. 

Por lo menos soy más alto.

Fin del consuelo.

Inicio de la crónica. 

Tras la explosión sin vísceras de Montanejos, había ganas de monte y ya no te digo de acabar un poco más decentemente. Porque peor es complicado, obvio. Así que iniciamos una fase intensiva de entrenamiento. Esto es, salimos un par de horas los domingos y ya. Y con eso y una frase en el reglamento se nos hicieron los ojos chiribitas y para allá que nos apuntamos: ¿Cerveza gratis?, ¿escaleras mecánicas?, ¿cierran telecinco?...no, mejor que eso, la frase era "nueve horas y media de tiempo límite"

Igual me he pasado con las expectativas, pero un poco solo.

Menos mal que no puse lo de la Schiffer.

Apuntarse uno fuera de hora, conlleva el que te quedes sin camiseta. Lo asumimos. Así que, al recoger el dorsal, no habrá sorpresas. Ni bolsa. Dorsal e imperdibles. Y ya. A ver la zona de salida y meta.

Despertador a las seis. Un sueño que te c*gas. Literal. Jiji. De agradecer eso de dejar las llaves de la habitación y te permitan volver a la media hora. Lalala. Miradas al techo. Silbidos. Tres kilos menos.  Suspiros de alivio. Protocolo antigases creo que se activa unos minutos. Yo me voy a la salida que no sé de qué me hablan. 

91 inscritos. Javi Muñoz en primera línea. El menda, en tercera. Dan la salida y el primer kilómetro es hormigón por el paseo que bordea el barranco. Muy corrible. Las molestias del tendón siguen ahí. Me las quedo para siempre. Pero lo remarco. Hay que dar toques épicos a la historia. Y dramáticos también. Así que, las terribles molestias del tendón apenas le permiten trotar. Chapeau. Y, no solo eso, si no que salimos airosos de este primer tramo. En efecto, no vamos los últimos. Flamenca del whatsapp por tres.

Atravesamos el barranco y empezamos a subir. Una subida trotable pero con ese punto de pendiente que hace que trotes y te ahogues. Ese punto de pendiente que hace que, si trotas, no pillas a nadie. En cambio, si caminas,  entonces te pasan ocho. Sí. Y te pasan. El 10% del pelotón. Alternamos trotes y pateos hasta que llega el primer avituallamiento. Estamos en el tres y aquí la pendiente va a aumentar. Se deja de correr. Se dejan los chistes. Bienvenidos a Gata. 

Vamos cogiendo pendiente. Empieza la subida a Serrellars. No es bosque frondoso, lo que nos permite ver por dónde se sube. Ah, pues se llega alto. Ah, pues al primero no le pillo. Ni al segundo. Por si habían dudas. Pese a ser noventa en la salida, lo curioso es que estamos en un grupo de ocho subiendo y, por detrás, a unos metros se aproxima otro grupo igual de numeroso. De todos modos, no nos agobiamos...acabamos de empezar.

Y tras la primera subida, vino la primera bajada. Dejamos de ver Gata. Dejamos de ver la horrible montaña infestada de adosados. Tiene que ser la leche eso de contar que te has comprado un adosado en la montaña y estás rodeado de más gente que se ha comprado un adosado en la montaña. Envidiable. El promotor se tiene que estar riendo todavía. 

Volvamos al lío. Coronamos. Bajamos. Y, rápidamente, subimos otra vez. Rápidamente porque la subida vuelve de sopetón, no vayamos a creer cosas que no son...Por cierto, se produce la fusión de los dos grupos. Unos quince/dieciséis. Casi nada. Una sexta parte de los inscritos estamos ahí, juntitos, apretaditos. Nos estiraremos un poco en la bajada a la autopista. Un tramo ligeramente peligroso para la gente con algo de vértigo o simplemente cagada como el que escribe. 


Uno, dos, tres, cuatro...quince y dieciséis. No hay fotografía que inmortalice el pelotón, pero esto es lo más parecido.

Ya lo sé que hay solo quince :).

Y una vez abajo, segundo avituallamiento -que, al parar, hace que se vayan trece de golpe- y túnel bajo la autopista. ¿Recuerdas en 2005 con la subida aquella tras la autopista?...pues parece que es un principio básico de Gata: si bajas a la autopista, agárrate los machos, que la subida es de aupa. Y así será la subida al Tossal de Llecinta. Una pared inicial y luego algo más caminable/trotable. Hay que reconocer que la subida de hace doce años me dio más miedo que ésta. 

Y, otra vez, nos pusimos a bajar. Como un Alavés de la vida. Y esta bajada me sonaba. Esta vez sí. Descendíamos a la autopista nuevamente por donde subimos en 2005. Daba miedecito pero, no sé, la imaginaba mucho más terrible. Al final resultará que soy un poco exagerado y todo.

En esta bajada, volveremos a enganchar a un grupo de 6 o 7. Se acerca un tramo llano y puede venir bien. Otro avituallamiento. Hay jamón con jamonero. Y luego un barranco. No tiene casi piedras. Lo que hay que agradecer, aunque los agricultores de la zona discrepen algo, es que el terreno esté seco. El grupo va a su marcha y yo les sigo a unos metros. Entonces, se equivocan de camino. Jose va a su marcha y el grupo le sigue a unos metros. 

Y, de repente, abandonamos el barranco y enfilamos el tercer ascenso de la jornada: la Solana Lliber. En esta subida, lo duro es la parte inicial por el desnivel y por el tipo de terreno: la clásica senda de piedras afiladas que complican bastante el correr. Bueno, ya te imaginas, si la primera subida ya se hacía andando, vamos a andar ahora con exquisiteces de "como el terreno no es chachi, pues no se puede correr". Eso sí, superada esta primera parte, le seguirá un tramo ascendente corrible en algunos tramos. Por otra parte, el grupo de atrás, poco a poco, va dejando de oírse.

Tras quince kilómetros, por fin estamos solos. Si vas buscando tranquilidad y tu propio ritmo, verte embotellado en mitad de un grupo de quince pues igual no es la mejor opción. Ahora sí, se trota, camina...a tu gusto. Añade, además, otro avituallamiento con plátanos partidos en transversal. Como la Diana comiéndose los ratoncitos en V. Si has nacido en los noventa, ni te molestes en intentar entenderlo.

Y empieza lo serio. Empieza la subida al Tossal Gran. Esta a subida, a diferencia de la anterior, tiene tres tramos bastante diferenciados: uno duro al principio, luego menos duro, después otra vez duro y, ya, para acabar, el de hacer eses. Media hora de bicharraco para subir algo más de cuatrocientos positivos. Y, pese a que parezca lo contrario, subimos a buen ritmo, cogiendo alguno que otro. Ya estamos en el kilómetro 20 y hemos superado las tres horas de carrera. 


Y lo celebramos posando. Las vistas lo merecen. Ahí detrás, el peñón de Ifach. Enfrente mismo, el Castell d'Aixa. Tiene truco.

Y claro que tiene truco. Bajamos y nos encontramos a un voluntario. De la montaña de enfrente, bajan corredores. No hace falta tener convalidado tercero de CSI para saber que por ahí bajamos. Lo único que necesitamos saber es en qué momento empezamos a subir. De momento, la senda baja. Y baja. Y baja. Y nos alejamos del peñasco. Y la senda se convierte en asfalto. Y seguimos bajando. Y el montañón pasa a verse inmenso. Y tú, ahí abajo, diminuto del todo.

Por si acaso...seguimos bajando. Y llegamos a un avituallamiento. Y no tiene Coca Cola. Rompo a llorar. Se sube por ahí. Ah, pues algo de pendiente sí que tiene este tramo inicial. Pasos pequeños y cogerse a las ramas. No incrustárselas en la cabeza. Nos ha llevado unos años, pero ya hemos aprendido. Superado este tramo inicial, un tramito llano y, otra vez, a subir. Mucha pendiente y luego se suaviza algo. Arriba, nuevamente, vistas espectaculares. El Castillo...pues con no muchas puertas o ventanas, entra demasiado el aire.



Y la bajada hasta el voluntario es algo técnica. Podemos decir que este bucle nos ha llevado unos 45 minutos. Vamos camino de los 26 y estamos un poco por encima de las cuatro horas. El objetivo, por cierto, es intentar bajar de las 7 horas. Una media de diez minutos el kilómetro. De momento, por poco, lo cumplimos. 

A continuación, un tramo descendente con algún tramo complicado y otro avituallamiento. Y ahora llega la fase con más miedo de la carrera. Y es que, hasta este momento, en todas las subidas intuías por dónde iba el camino. Pero, en ésta, el último ascenso serio, el de la Lloma Gran, simplemente ves que la senda se adentra pero no sabes si has de subir la montaña de la derecha, que da miedo o la de la izquierda, que da pánico. 

Una personita por ahí, la primera fémina por allí...vale, subimos la montaña de la derecha. De hecho, una vez la senda abandona la espesa vegetación, en dos minutos se acaba el ascenso. A continuación, un tramo de falso llano en la que correremos más por amor propio que por fuerzas. Bueno, no, trotamos para acabar antes, ni más ni menos, pero lo otro quedaba más del rollo esfuerzo y superación. En fin, nos juntaremos un grupito de tres y parece que mi ritmo cansino les va bien. 

Otro avituallamiento y, en el 32, cogeremos la parte más fea de la carrera. En todos los sitios pasa, es muy normal. Por ejemplo, el Mapoma. ¿Qué tiene de feo el Mapoma?...¿El paso por el Bernabéu, quizás?. Silencio. Silencio tenso. Cambiemos de tema. Volvamos a la carrera. Al kilómetro 32. A esa senda que le llamamos senda por no llamarle campo a través. Casi dos kilómetros de piedras, césped, piedra y césped, saltos... Esa senda hace buena a las piedras del barranco.

¿Piedras del barranco?. Diablo invocado. Merda. 

Cuando acabamos ese tramo, aparecemos nuevamente en el barranco. Con sus piedras. Sus tomateras. Sí, las hay, palabra. Su avituallamiento. Aquí, uno del terceto ve que está fuerte (eso ya lo sabía dos montañas atrás, pero bueno...) y hace marcha. Los otros dos nos quedamos a salvar los muebles. Justo antes de la senda del 32, ya empezaba a aparecer el cansancio. Correr en llano, ufff, insufrible.

Y la pequeña subida del 36, por pista, muy cómoda. Alternaremos el andar con el trotar. Le ofrezco que haga marcha, que me deje tranquilo. Estoy en modo M. O sea, no puedo con los wevos. El chaval, muy amable, dice que no, que agradece el ritmo en la bajada previa y que le da lo mismo tres minutos más o menos. Pues nada. Tendré que esprintarle...

Por fin reconocemos el camino. Esa senda que empezamos a descender es la senda por la que subimos al principio. No pueden quedar más de tres kilómetros. Dos. Nuevamente bajamos al barranco. Eso implica que hay que subir para salir de él. Y una vez sales estás en el tramo homigonado. Y de ahí a meta hay un kilómetro. Y unas escaleras. Y una nueva oferta de abandono. Por fin me hace caso. Se va. No me gusta hacer de lastre/freno/olasdoscosas.

El reloj lo paramos un poquito por encima de las seis horas y media. Doy la enhorabuena a los dos compis del terceto. Unas palabritas con Javi y a descansar un rato. Qué bien sienta una silla después de esto, no me había dado cuenta. Que luego tardes más en levantarte que lo que has estado por los montes es otro tema que trataremos en otra ocasión.

Este es el perfil.

Y de la carrera, pues qué decir. Me gustan todas. Y las carreras también. Y esta...pues también. Muy bien de avituallamientos, de voluntarios, de recorrido (espectacular). Lo único que no me ha gustado ha sido el tramo del 32/33. 

Es de estas carreras en las que te preguntas qué más necesita para ser un carrerón y, salvo unas pocas cintas más en los tramos de barranco, no se me ocurre nada. Ah, sí, un par de personas en Aixa...para que me hagan una foto molona, que luego mi madre no se cree que he subido allí arriba :).

Que me den Gata y me quiten Valencia :)


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