lunes, 14 de agosto de 2017

Trail Moixeró: Yo hice esto y luego me cansé

Vas a una carrera, coges la bolsa, te pruebas la camiseta, subes la foto a veintisiete redes sociales diferentes y ya. Y no hay problemas. Todo se queda ahí. En cambio, si hurgas en la bolsa aparecen los marrones. Así aterrizamos en Bagà para conocer su Moixeró Trail.

La bolsa era la de Berga y en ella aparecía un pequeño anuncio. Hablaba de dos distancias y una fecha: 13 de agosto. Como destacamos por el sentido común y el conocimiento, ahí que nos apuntamos. A la corta no, a ésa no, no vaya a ser que acabemos con ganas. Total, son 2500 positivos -como el Tour 98, más o menos- y la enteritis/tendinitis no nos deja correr con asiduidad. ¿Qué puede salir mal?

Pues nada, generalmente nunca sale nada mal. Porque el hecho de despertarse un domingo a eso de las seis es muy recomendable y lo cuentas por ahí y todo el mundo te envidia. Aunque, en la realidad,  finjan y el diálogo más estandarizado suela ser éste de

- ¡Qué bien!, son las seis de la mañana. Me voy a una carrera.

- Tú eres tonto.

Dos notas: a) es ficticio y b) a que te has quedado flipando viendo que la exclamación inicial, la del puntito arriba, existe 

En fin, eso, que son las 7.00 y estamos en Bagà. Tenemos el dorsal y sabemos que va a haber una zona al pie de la C16 en la que saldrá un bonito rosal. ¿Qué tal si nos cambiamos y nos vamos a la salida?. Hecho.

Baga. 7:45. Salida. Somos cerca de 300. Con lo cual, el objetivo ambicioso de seguir siendo top100 va a estar complicado. Adiós contrato con Salomon, adiós. La confirmación llegará en cuanto den la salida. Por delante, 39 kilómetros y 2500 positivos. Salen como tiros. En vez de ser Bagà, llega a ser el 1500 de Londres y llegan treinta, lo menos, por delante del Menchaal éste.

Y el problema no es ese, si no que la primera rampa de asfalto al salir del pueblo la medio salvamos pero la siguiente, la del puente de la C16 la tenemos que subir andando.Y llevamos un kilómetro. Y se ve por donde va la carrera. Llevamos ocho minutos y algunos están ya allí. Lo que te diga, se funden a los keniatas.

Llegamos a la tierra. Algo así dijo el Neil Armstrong hace la tira de años. Trotamos. Empezamos a recuperar alguna posición. Sí, una solo. La pista se torna senda y para arriba. Ligera mirada atrás. Vale, somos de los cuarenta últimos. El consuelo es que, en la senda, se hace tapón y podríamos decir que vamos en el grupo de los ochenta últimos. Por cierto, la senda se endurece por momentos pero, en algún momento, nos permite trotar. Porque, aunque sean 7 metros, a eso lo llamaremos trotar.

La senda dejará paso a una pista en la que se puede alternar el correr con el andar y, ahora sí, empezamos a recuperar alguna que otra posición. Pasamos por un avituallamiento improvisado y volvemos a coger otra senda. Ésta es la que más me gustó de la carrera, con su pendiente interesante, sus zonas completamente cubiertas por vegetación y en las que, sobretodo, se podía seguir cogiendo gente y eso, quieras que no, motiva. Al adelantado, el que piensa "joer, me ha pasado éste", no, pero bueno, es lo que hay.

Atravesamos la carretera del Coll de Pal y seguimos con la senda. Por cierto, van 7 kilómetros, andamos sobre la 1h20', los 1000 positivos y llega, por fin, una bajada. Y no solo eso, si no que además, acaba en el avituallamiento del Refugio de Rebost. Vamos, un combo. Comemos y bebemos como si fuera una boda. La alegría durará poco. Salimos hacia arriba. Bastante hacia arriba. La senda se convierte en prado y parece buen momento para ver qué leches pasa a la cámara. Que, sin testimonio gráfico, le cuento a mi madre que me he ido a correr y, claro, no me cree. Problemas existenciales del corredor de montaña, como bien comprenderás.



Y, en efecto, parece que ya va.

El prado se convertirá en pista, el agua en vino y la subida en bajada. Estamos ya en el kilómetro 10 y cerca de las dos horas. Cruzamos nuevamente la carretera de Pal y la seguiremos por un camino al lado. A tramos trotable, a tramos andable. Es decir, cuando te ahogas y te quieres morir, entonces andas. Jugando con el altímetro, el avituallamiento andará sobre los dos mil metros y con más de la mitad del desnivel de la carrera hecho. Y más o menos eso pasa en el 13. Damos buena cuenta del avituallamiento. En plan solidario, no dejamos nada para los que vienen por detrás. Ea. Así que, hechos una bola, continuamos con la subida.

A 1500 metros, las sendas suelen ser entre pinos. A partir de los 2000 los árboles desaparecen y, si levantas la mirada, se ven hormigas fosforitas que marcan el camino a seguir. Pues allá vamos. Este primer tramo tras el avituallamiento es el más duro tanto por la pendiente como mentalmente. Más que nada porque estás ahí abajo y has de subir ahí arriba. Que pasen los minutos y pases a ser una hormiga más. Objetivo humilde. 

Si en algún momento te preguntas porque me está saliendo una crónica tan brillante, mira esto:



Pues eso, volvamos al tema que nos ocupa.

El desnivel, afortunadamente, se reduce. Más que nada porque se acaba la montaña. La senda no. Así que enfilamos un pequeño tramo de bajada y nos enfrentamos a la siguiente subida. Aquí, la inercia (en la que ha de influir mucho la masa) hace que algún tramo se haga corriendo. Que coincida con el tramo donde se oían voces femeninas animando es eso, mera casualidad. Lo que sí es cierto es que, a partir de aquí, los tramos ascendentes se pueden hacer andando (opción recomendable) o trotando algunos tramos (esto solo a) si eres muy bueno o b) tienes un blog y quieres contarlo). 

Pues ya ves, el que no corre a nivel del mar lo está haciendo a 2300 metros. Lo normal.

Y así trotando, andando, trotando y...joer, qué rampón previo al avituallamiento, o sea, andando, andando, andando...nos plantamos en el avituallamiento/oasis de Niu d'Aliga, a 2500 metros, con algo más de dieciséis kilómetros y 3h10' de carrera. Lo de avituallamiento está claro. Lo de oasis va porque, tras bajar unos escalones, ahí estaba la gente tomando el sol en hamacas. Eso fue muy sufrido. Así que posamos.


Y, a continuación, vino un tramo de bajada. El comienzo era muy técnico. Vamos, que casi deseábamos seguir subiendo. Después, la bajada ganaba en corribilidad y ahí aprovechamos un rato. Además, estamos cerca del kilómetro 17 y hasta ahí, Alfonso me dijo que fuera controlando. También me podía haber dicho que en menudo sitio me metía, pero se le olvidó.

A la bajada, le siguió un repecho, luego más senda y luego apareció la subida al Moixeró. Tramo de pasos cortos y coger la mínima inclinación posible para castigar las piernas lo menos posible. Como ese tramo fue especialmente duro, coincidió con que nos acercábamos al 22 e íbamos por las cuatro horas, fue un buen momento para sacar la cámara por última vez e inmortalizar el paisaje. Oh.



Y después de eso nos pusimos a bajar como un Granada de la vida. Algún tramo complicado. Lo de las cuerdas tampoco me lo avisó Alfonso, muy majo, sí sí. Pero vamos, muy corrible todo...si tienes piernas. Y, de momento, tenemos. Al kilómetro 24, le siguió el 25, el 26...obvio. Y tras el avituallamiento, la pendiente descendiente decreció. ¿Eso qué quería decir? pues, sencillamente, que había que correr.

O trotar o lo que fuera. Y así empezamos. Ya no es que los kilómetros pasaran lentos. Es que los hectómetros iban lentos. Llevar un rato y ver que, desde la última vez que miraste, habías trotado 180 metros. O 200. Y te quedan doce kilómetros. Once...

...Y atravesar un río. Lo atravesaremos una, dos, tres, cuatro...dieciocho, diecinueve...ochentaycuatro, ochentaycinco ...bueno, lo atravesamos un montón de veces. Por curioso que parezca, no me mojé los pies en el primer cruce, que es lo normal. Fue en el último. Cagonlaleche. Me quedo en este tramo con dos detalles: el primero es que un niño me dijo que descansara (si me quedo quieto no me muevo le contesté) y el segundo es que, cruzando el río con los brazos extendidos sobre las piedras, otro niño me chocara la mano. Yo creo que con eso me convalidan segundo de equilibrismo.

Al río le siguió un falso llano descendente. ¿Que qué es eso? Pues que había que correr. Y quedaban ocho kilómetros, siete, seis...cuando marcaba 32 el gps, avituallamiento. Marcaba punto kilométrico 33,5. Les pregunté si realmente quedaban esos 5,5 en vez de 6,5. Dijeron que sí. Bien. Un kilómetro menos. Seguimos.

Spoiler: una m**rda lo de un kilómetro menos.

Intentamos amoldarnos a un ritmo de 7'/km más o menos. Queda media hora, queda media hora. Recuerda la última vez que corriste media hora. Se pagaba en pesetas. Vale, no es buena idea. Y ahí apareció.

Inapreciable, imperceptible al ojo humano. Pero si te fijabas, en el dorsal, había una mínima elevación en el kilómetro 35. Quedan siete horas, quedan siete horas. De ir en paralelo al río, pasamos a no verlo. Esto tampoco me lo dijo Alfonso. Bueno, toda la culpa es suya. No va a ser mía, hombre, que soy yo el que no entrena.

Una vez pasamos ese K2 con sendas, cogimos un puente colgante y de ahí pasamos a una especie de vía verde, la "Via del Nicolau" y la asociación la realizamos porque había un vagón en mitad del camino. Tanto CSI tiene que servir en esta vida, está claro. Marcaba 36. 

Por fin se empieza a ver Bagà. Ahí, a tu izquierda. Así que lo normal es que el camino vaya hacia la derecha. Es mi sino. Pero un rato solo. Luego un túnel. Después más recto. Bagà a la izquierda. Y llegamos al desvío. Y bajamos escalones. Y nos encontramos de bruces con la rampa que sube a la iglesia. Y de la iglesia a meta hay 50 metros y esos sí, se corren. Pero porque luego me siento. Básicamente. 6 horas y 23 minutos para volver al mismo sitio. Mis tendones llegaron bien entrado el lunes.

Lo único que echo a faltar es el recuerdo de meta, el de "hice esto": una medalla, un pin, una piedra que ponga Moixeró 2017, algo. Y es que una tralla como esto, igual se lo merece:

Visto el perfil y como soy un poco bruto, plantar otra subida en la parte final y queda un carrerón de la leche. Que igual luego no se apunta ni dios, está claro, pero te plantas en 3000 positivos y sin la parte corredora del final. Ufffff :). Mis tendones se han puesto a hacer palmas con solo oírlo.

Otra perspectiva del perfil:



En cuanto a un análisis más detallado y serio, poco más que decir de la carrera: que tiene unas cuantas subidas, que el paisaje es una pasada, que el tramo que va de Pal hasta el Moixeró es sencillamente espectacular, que está muy bien marcada y que los voluntarios siguen haciendo grandes a pruebas así.

En fin, que si te gusta la montaña, hay que hacerla.