lunes, 7 de marzo de 2016

Gran Fondo Santo Espíritu


Interesante la prueba que se celebró el pasado domingo en las cercanías del Monasterio de Santo Espíritu. Las dificultades para aparcar auguraban un éxito sin precedentes para este novedoso Gran Fondo apenas publicitado. El hecho que fuera domingo y Santo Espíritu sea, además, un área recreativa ideal para pasar el domingo sin irse a tomar por saco de Valencia no tiene nada que ver, claro.

Así que, una vez aparcado, localizado por gps, hipermegasobrehidratado y, lo más importante, hechas dos palabritas bastante buenas en el apalabrados, nos pusimos al lío. Son las 12:27, creo que sí, es hora.

Por delante, lo que me apetezca. A poder ser, sin cansarme mucho. Así que, a riesgo que eso pueda ocurrir, lo mejor es liarse con la subida del Gr para, básicamente, quitarnos la tontería rápida ésa de correr bastante. O algo. O lo que se pueda. El resumen es que, apenas un cuarto de hora después, jadeando llegamos arriba. El Strava dice que hubo un día llegué más rápido ahí. Ah, sí, el del petardo en el c*lo. Que no espere nadie que lo mejore.

Como la tontería no se había ido del todo, enfilamos la bajadita, la senda se tornó pista y, tras asustar a un par de senderistas (juro que sólo les dije hola…e iba a 160 pulsaciones…vamos, que si no me oyeron igual va a ir siendo hora de hacer caso al bocachancla ése de los Alcántara, el que patrocinaba Gaes, ése mismo) cogimos el desvío que lleva a la pista que rodea la Mola. 

Es curiosa lo maja que es la gente, que corta ramas de pinos en buen estado para que no podamos pasar por ahí. Y luego te acuerdas de los permisos del GR, esa volta a peu donde parece intolerable ir por la pista del Poll -sí, pone pista, por donde pasa la gente con su 4x4- pero, en cambio, luego ves que la gente poda árboles a su gusto para impedir el paso en un tramo que, en ningún momento, se indique que sea privado, por ejemplo.

Total, que con gran agilidad, sorteando pinos -y no ost*as, porque se las llevaría todas el de la sierra- nos plantamos en la pista que rodea la Mola. Aquí ya hay marcas naranjas de unos que madrugaron un rato más y, viendo la hora que es, ya tienen que estar descansando en Serra. Volvamos a lo nuestro, vamos a subir a la Mola. Aquí vuelve a pasar lo mismo, sólo que está vez han tenido la delicadeza de, a lo largo de la senda, poner piedras o arbustos secos para impedir el llegar al tramo complicado, conocido como la caries. Valga decir, que aquí, las ganas de correr se tienen que quedar en la pista que rodea al pedrolo. Por lo menos, las mías.

Así que usando las manitas para avanzar y, al mismo tiempo, evitar que se me salga el corazón por la boca -habrá momentos que realmente necesite cuatro y tenga que parar a organizar mis prioridades- llegaremos arriba y, lamentablemente, observaremos los daños causados por el incendio de la víspera. 

El aire es tan interesante que te invita a seguir corriendo. Bueno, a decir verdad, te invita a que no te quedes ahí mirando. A seguir corriendo te invita el que, una vez arriba, toca bajar. Y primero lo haremos por senda y, a continuación, por la pista. En un par de kilómetros, nos plantamos en Segart…llevamos ya seis.

Madre de dios, ¿cómo me enrollo tanto?. Modo telégrama. Subimos Gr. Más cintas naranjas. Menos capacidad pulmonar. Corono ahogado. Pista a la izquierda. A buscar sendas. Primero de bajada. Jiji jaja. 10 kilómetros ya. Ahora estamos en un PR. Me acuerdo porque, en ese primer repecho, las marcas que veía en las piedras eran verdes y blancas. Y, al mirar hacia arriba, ahí estaban. Ah, por cierto, empiezo a estar ya algo cansado. Igual de no hacer nada, vete tú a saber…

Y como tras ese repecho hubo una minibajada y se hizo de forma tan lamentable que dejó en ridícula la posterior subida que sólo fue lamentable, entramos en un peligroso bucle consistente en dar lástima en las subidas -así se salió a la pista y así se alcanzó el Xocainet- y pena en las bajadas -porque la bajada del Xocainet justamente no puede definirse como un clínic de descenso-. Vamos, que cuando aparecí en la senda que nos llevaría al pie de la Cruz, casi que con dar gracias iba más que servido.

Y bajando el último tramo, ése de piedrolos que llevan al cemento, había un grupo de niños domingueros. Y yo iba con la mochila, el gps, las gafas de postureo y, claro, significa que había que adelantarlos a todos. Y había una chiquilla que levantaba medio metro del suelo que no tenía c*jones a pillarla. Menos mal que le dio por esperar a sus colegas de tamaño Messi que si no…bueno, que si no me toca acabar el resumen con un párrafo menos.

Y del cemento salimos al monasterio. Y ya está bien, que demasiado han dado de sí quince kilómetros mierdosos :)


Y perfilucho.


Y así, con esta birria de explicación, nos ventilamos casi quince kilómetros (que salen, creo, si sales y acabas desde la misma terraza) y mil positivos o novecientos o tan solo setenta y cinco dependiendo del programa que uses.

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